jueves, 21 de agosto de 2014

ELECTRICIDAD



Aquí en Uige los cortes de electricidad son frecuentes y te das cuenta de lo mucho que necesitas la electricidad cuando falta, sobre todo cuando los cortes de luz se alargan mucho, que suele ser habitual. Alguna vez el corte de luz ha durado unas tres horas, pero lo normal es que dure el día entero y más de una vez nos ha durado más de un día, siendo el record actual de cuatro días y medio, comprendido un fin de semana.
Cuando se va la luz, para usar el agua tenemos que llenar palanganas con agua del aljibe para poder ducharnos, suplir la labor de la cisterna del wáter, lavar los platos, asearnos, etc. Mi ordenador tenía la batería estropeada y como consecuencia, el ordenador tan solo tenía una autonomía de 10-15 minutos cuando se iba la luz. Afortunadamente en el último viaje a España he aprovechado y la he cambiado y ahora ya tengo una autonomía más razonable, de unas dos horas y media más o menos. En apagones largos como los que solemos sufrir, te quedas también sin batería en el teléfono sin poder recargarlo y lo que es peor de todo es que se te echan a perder las cosas que tengas congeladas o que necesiten frío para su conservación. Menos mal que me compré en Decthlon dos linternas, una pequeña de mano que pongo junto a la cama alumbrando al techo y la mejor, una frontal que se pone uno en la cabeza y que es fantástica, pues te da mucha autonomía y te permite leer y dibujar.

La linterna frontal que comentaba

 La linterna que pongo como lamparita de noche

Ahora la cosa está más tranquila en lo que se refiere a los apagones. En el tiempo que llevo aquí desde que llegué de Madrid hace tres semanas, he sufrido tan solo cuatro apagones, dos de ellos de unas cuatro o cinco horas, uno por la noche por lo que no me afectó mucho y uno de un día entero, un domingo. Se fue la luz a las nueve de la mañana y no volvió hasta las ocho de la tarde.
En meses anteriores, sobre todo en junio, fue mucho peor. Se iba la luz casi todos los días y una de las veces se fue un jueves por la noche y no volvió hasta el martes por la mañana. Fue insoportable. Acabábamos de hacer una compra grande y teníamos el congelador lleno de carne, pollo y pescado que tuvimos que comernos a la carrera y regalar a nuestros seguranças y a los de los vecinos para que no se echara a perder. Para no quedarnos incomunicados y poder recargar los móviles, nos íbamos a comer al hotel Salala, que tiene un generador y aprovechábamos para dejar el teléfono cargando mientras comíamos.


 
El hotel Salala es el edificio de cuatro plantas que está a la derecha. Está situado en la Rúa do Comerço.

 
El comedor del hotel Salala.

Mientras todo eso te está pasando y andas soportando como puedes la incomodidad de estar viviendo en esas condiciones, la vida sigue en este mundo globalizado en el que estamos viviendo, y en España tu jefe y tus clientes se acuerdan de vez en cuando de ti y te llaman y te envían mensajes y con toda la razón del mundo, se extrañan de que con todo lo que han avanzado las comunicaciones en estos tiempos, tu teléfono no esté disponible durante toda la mañana y les preocupa que pasen más de cuatro horas y no hayas respondido a un correo electrónico. La relación con los clientes y con los jefes en proyectos complicados une mucho y se desarrolla con ellos una relación y un vínculo muy especial, casi familiar que hace que se preocupen por ti casi como lo haría tu madre. La única diferencia es que tu madre se preocupa por que estés bien y a ellos les preocupa que no estés. Puede parecer lo mismo pero hay un matiz diferente. Como es lógico cuando no te pueden localizar, lo primero que piensan tu jefe y tus clientes es que estás aprovechando que estás en el culo del mundo para pasarte el día en una piscina tomando el sol o que estás en un chiringuito de playa tomando mojitos y bailando el limbo, todo ello en vez de atender a tus obligaciones y sobre todo a ellos. Los pobres no pueden evitar pensar en eso, está comprobado. Su grado de preocupación es tal que no se acuerdan de que no tenemos ninguna piscina cerca y la playa más cercana está a siete horas en coche. Por ello, cuando consiguen localizarte, gracias a los esfuerzos que has hecho para conseguir cargar tu móvil, en vez de alegrarse al comprobar que estás vivo, se enfadan contigo y te preguntan airados que donde estabas.

Es sorprendente la naturaleza humana, pero cuando estás agobiado en circunstancias como esa y tienes que ir sin afeitar y mal duchado a mendigar electricidad a un hotel con generador en un país del tercer mundo, contrariamente a lo que se pueda creer, no te alegra lo más mínimo que te pregunten que donde estabas con ese tono de reproche, es más, hablando con propiedad, te toca bastante los cojones.

 Nuestro generador

Después de ese fin de semana tan largo sin electricidad, decidí que había que comprar un generador eléctrico costara lo que costara. Costaba 1.000$. Hablamos con el constructor, pues suelen tener generadores para las obras, para ver si había manera de que nos pudiera conseguir uno provisional. El hombre, muy amable, nos hizo llegar en pocos días uno muy bueno de marca Kipor, de los mejores y más recomendados. Hablamos con Ariel, el cubano, para que nos lo instalara y al hacerlo comprobó que no estaba funcionando bien y la batería no se cargaba.
Ha pasado un mes desde que tenemos el generador y ya no funciona. Los tres apagones que ha habido los he pasado dibujando y leyendo y afortunadamente volvió la luz al caer la noche y estoy a la espera de que Luis, un ingeniero cubano de la constructora que entiende de generadores se pase por casa algún día a echarle un vistazo al grupo electrógeno.

 La peor pesadilla de tus jefes

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